El último Grito de AMLO: el presidente más querido
Este 15 de septiembre, Andrés Manuel López Obrador dará su último Grito de Independencia como presidente, una ocasión marcada no solo por el tradicional fervor patrio, sino por una figura que, a lo largo de su mandato, ha mantenido una aprobación histórica. Según las últimas encuestas, AMLO sigue superando el 60% de aceptación, consolidándose como el presidente más querido en la historia contemporánea de México.
Pero más allá de los números y de su popularidad, este Grito será simbólico en varios sentidos. Los pronósticos apuntan a que López Obrador no solo honrará a los héroes que nos dieron patria, sino que aprovechará la ocasión para dar un «viva» a la reforma judicial, una de las piezas clave de su legado político. Después de años de batallas con el Poder Judicial, finalmente consiguió lo que muchos llamaron “el marrazo” a las estructuras del sistema judicial, y es muy probable que se refiera a este logro en su discurso desde el balcón de Palacio Nacional.
El timing no podría ser más perfecto. La reforma judicial, ya aprobada en el Congreso de la Unión, está lista para ser firmada y publicada en el Diario Oficial de la Federación en los próximos días, poniendo el broche de oro a una de las luchas más arduas de su administración. Sin embargo, aunque esta reforma representa una victoria importante para López Obrador, los analistas advierten que la batalla aún no está completamente ganada. Existe la posibilidad de que se presente un amparo, no por el contenido de la reforma, sino por el proceso legislativo que, según algunos críticos, no fue seguido al 100%. Aun así, el verdadero desafío recaerá en algún juez o ministro que esté dispuesto a enfrentarse no solo a AMLO, sino a su posible sucesora, Claudia Sheinbaum, lo cual podría ser una jugada arriesgada.
Este último Grito no solo marca el fin de un ciclo para López Obrador, sino que también será una despedida anticipada para muchos de sus seguidores. La gente saldrá a las plazas y seguirá cada palabra del mandatario con atención, no solo por el peso simbólico de la ocasión, sino porque representa uno de los momentos clave de sus últimos días en el poder.
Y mientras la música de la Banda MS suene con fuerza en la bocina, el eco de los logros y controversias del presidente quedará grabado en la historia de México. Estos últimos quince días serán cruciales para definir el cierre de un gobierno que, sin duda, ha dejado una huella profunda en el país.
———-
El PAN en Chihuahua: Hace el ridículo nacional frente a la Reforma Judicial
La reciente aprobación de la Reforma Judicial a nivel nacional ha dejado al PAN en Chihuahua en una posición francamente ridícula. Con la necesidad de que 17 estados dieran su aval a la reforma para que esta fuera constitucional, los diputados panistas, liderados por Alfredo Chávez, creyeron que con su negativa a sesionar estaban marcando el rumbo del panismo a nivel nacional, asumiendo erróneamente que Chihuahua era el epicentro de las decisiones políticas en México.
Lo que sucedió en el Congreso del Estado no fue más que un despliegue de patadas de ahogado. Creyeron que al impedir la sesión legislativa podían frenar el avance de la 4T, pero la realidad les golpeó en la cara: ya no había marcha atrás, y sus esfuerzos no fueron más que gestos vacíos. Mientras otros estados avanzaban en la aprobación de la reforma, el PAN en Chihuahua se dedicó a crear una tormenta en un vaso de agua, intentando demostrar que aún podían ser relevantes en la escena política nacional. Pero, como era de esperarse, nada de esto cambió el curso de la historia.
Desde manifestaciones hasta la «amparitis» que llenó de ruido la discusión, el PRIAN se aferró desesperadamente a detener una reforma que ya tenía los días contados para ser publicada. Lo cierto es que, aunque Chihuahua votara en contra de la Reforma Judicial, su impacto sería mínimo en el panorama general, ya que el número de estados necesarios para aprobarla ya había sido alcanzado.
Lo que el PAN en Chihuahua no parece entender es que su relevancia política ha mermado considerablemente, y sus intentos de boicot no son más que una manera de demostrar que se niegan a aceptar la nueva realidad del país. Creen que su rechazo simbólico marcaría la pauta para los demás, pero lo que han logrado es hacer evidente su desconexión con las dinámicas nacionales. La 4T, guste o no, está avanzando, y mientras el PAN siga viviendo en la ilusión de que Chihuahua es el centro del panismo, seguirán siendo testigos, desde la tribuna, de cómo las decisiones importantes se toman sin ellos.
Así, mientras en otras partes del país la Reforma Judicial ya es un hecho, los diputados panistas en Chihuahua siguen enfrascados en una lucha perdida, pretendiendo que sus acciones frenarán un proyecto que ya está en manos del presidente López Obrador, listo para ser firmado y publicado.
———-
Marco Bonilla se muerde la lengua habla de monarquía y en Chihuahua actúa como monarca
El alcalde de Chihuahua, Marco Bonilla, sorprendió a muchos con su lección de historia en la red social X, donde comparó la aprobación de la Reforma Judicial en México con la monarquía francesa del siglo XVIII. Según Bonilla, con la desaparición de los contrapesos entre los poderes del Estado, México está en el camino hacia una «moderna monarquía» liderada por el presidente López Obrador. Sin embargo, lo que parece olvidar el alcalde es que en el municipio de Chihuahua, el PAN, y él a la cabeza, se comportan precisamente como la élite aristocrática a la que él critica.
Bonilla ha estado gobernando para un grupo muy específico de «duques»: los empresarios de Chihuahua. Mientras se enfoca en su narrativa sobre los peligros de la centralización del poder a nivel nacional, su administración ha hecho oídos sordos a las preocupaciones reales de los ciudadanos. En vez de priorizar el bienestar de los chihuahuenses, parece más interesado en atender los intereses de las élites empresariales que, al igual que los nobles de antaño, acumulan privilegios mientras los problemas de fondo, como el riesgo ambiental, son ignorados.
Lo más irónico es que mientras critica a Morena por «enterrar la República», su propio cabildo, dominado por las regidores del PAN, PRI y PRD, actúa como una aplanadora, negando sistemáticamente cualquier debate o propuesta que venga de la oposición. Cuando los regidores de Morena levantan la voz en representación del pueblo, Bonilla y sus aliados simplemente hacen de oídos sordos. Su gobierno, que dice defender la democracia y la libertad, en realidad está construyendo su propio feudo local, en el que los intereses del pueblo quedan relegados en favor de los poderosos.
Si alguien está replicando un sistema monárquico en pleno siglo XXI, es Marco Bonilla. En lugar de ser un alcalde cercano a su gente, su gestión está marcada por la lejanía, los intereses de unos pocos y la indiferencia hacia las preocupaciones ciudadanas. Mientras critica lo que sucede a nivel federal, en el ámbito local no hace más que consolidar una especie de aristocracia moderna, donde los verdaderos «duques» son los empresarios que dictan las prioridades de su administración.
Es fácil señalar hacia arriba y hablar de dictaduras o monarquías cuando se ignoran las propias fallas. El verdadero problema no está en un palacio en Ciudad de México, sino en la alcaldía de Chihuahua, donde los intereses de la élite empresarial han pasado a ser la verdadera prioridad del gobierno municipal.
Bonilla debería dejar de preocuparse tanto por lo que ocurre en la escena nacional y empezar a voltear a ver su propio municipio. Porque mientras él habla de una monarquía moderna, en Chihuahua, los ciudadanos ven cómo sus verdaderas necesidades son ignoradas, mientras sus «duques» siguen acumulando poder e influencia.