En las sociedades actuales, los padres de familia carecen de una
estructura emocional fortalecida para orientar y dar afecto a sus hijos,
principalmente a los adolescentes, lo que se refleja en jóvenes con
marcada ausencia de respeto hacia las figuras de autoridad, afirmó
Paulina Arenas, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la
UNAM.
“Esta situación ha llevado a una crisis de autoridad, donde las
personas sólo piensan en lo que necesitan y no en lo que es
conveniente para las mayorías”, sostuvo.
“Estamos en un mundo muy distinto al de hace 20 años, y eso es
normal porque las sociedades son entes vivos y cambiantes; el
problema radica en que en la búsqueda de mayor autonomía, las
nuevas generaciones desafían a las autoridades con las que conviven
cotidianamente”, detalló.
En los primeros años de vida, los padres deben marcar las pautas
para que sus hijos tengan una conducta deseable dentro de la sociedad.
Sin embargo, entre los adolescentes de hoy, incluso a edades más tempranas, “vemos jóvenes en crisis, no sólo por la etapa de desarrollo que viven, sino por la convivencia con figuras de autoridad desgastadas, inciertas, confusas y ambivalentes; adultos que carecen de firmeza y oscilan entre posturas autoritarias o demasiado permisivas”, precisó.
A su vez, las figuras de autoridad viven una crisis porque tratan de
ajustar los retos que enfrentan, y que no han sabido manejar.
“En la parte clínica hemos observado constantemente que los papás
viven en condiciones de estrés laboral, personal y familiar, que los
mantienen agobiados; al llegar a casa establecen normas de
convivencia de manera cerrada, incluso sin notarlo, y eso no les
permite ver qué pasa con su interlocutor”, dijo.
Por ello suelen tomar decisiones autoritarias, sin una apertura al
diálogo.
“Tienden a ser impositivos para ejercer control, cuando éste
debe ser moderado, con cierta flexibilidad para abrirse a la postura del
otro. Es necesario escuchar y juntos crear normas de convivencia”,
recomendó la universitaria.
No obstante, en el seno familiar muchos núcleos se rigen por la falta
de afecto; se da la imposición en lugar de la orientación, y se
establecen límites basados en la violencia, el autoritarismo y
agresiones físicas, verbales y psicológicas.
“Cada vez es más común ver papás que no están dispuestos a ayudar
a sus hijos a transitar de la mejor manera los primeros años de la
adolescencia”, resaltó.
En la mayoría de los casos, el problema de los jóvenes con las figuras
de autoridad se origina en la familia, y es en ese mismo entorno donde se deben brindar soluciones, pues ahí se cambian o restablecen las
pautas de interacción para tener individuos capaces de tomar
decisiones de manera más autónoma y empática.
“Los adultos debemos generar elementos de empatía, interés
comunitario y beneficio mutuo dentro del ambiente familiar, libre de
violencia para proveer afecto, cuidados, acompañamiento y
orientación”, subrayó.
Tener las estrategias necesarias para autorregular las emociones
contribuye a la crianza positiva, donde el establecimiento de la
disciplina se construye desde el buen trato, concluyó.
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