Desde hace ya numerosas semanas, la mayoría de los países han estado implementado medidas de aislamiento y distanciamiento social, con mayor o menor alcance, para combatir el avance del coronavirus en sus respectivos territorios.
La estrategia parece estar dando resultados. En línea con las proyecciones de los expertos de la salud, aquellas naciones que siguieron las recomendaciones registran una menor cantidad de casos positivos y muertes, ya sea en comparación a otros que no lo hicieron, o a sus propias cifras previo a tomar este abordaje.
En este contexto, autoridades y voces de la sociedad han comenzado a plantear, de manera creciente, la pregunta acerca de cómo será el plan para levantar las medidas y cuán gradual será el proceso. Y si bien la ansiedad de que la respuesta sea “pronto y rápido” es palpable, sobre todo entre los jóvenes, una periodista de la cadena NBC que contrajo COVID-19 y es miembro de este grupo demográfico usó su experiencia para dejar una advertencia: los jóvenes no son inmunes a la enfermedad. Y aún si lo fueran, actuar de manera apresurada puede tener efectos perjudiciales no solo para los grupos de riesgo, sino para todos los esfuerzos de la sociedad.
La periodista en cuestión se llama Dasha Burns y detalló su experiencia en un diario audiovisual. Burns nunca pudo confirmar de manera fehaciente que tenía la enfermedad debido a que los tests estaban reservados mayormente para quienes probablemente necesitarían ser hospitalizados. Más allá de ello, sus médicos la consideraron un “presunto positivo” y ordenaron que se mantuviera aislada en su casa.
A lo largo de 18 días, Burns experimentó prácticamente la totalidad de las aflicciones relacionadas al COVID-19: fiebre, náuseas, dolores en el pecho, tos y dificultades para respirar. Play
Así describió la etapa más compleja: “Mi fiebre se mantuvo cerca de los 39 grados y no pude lograr que bajara por días. El dolor de cabeza y de cuerpo que la acompañaron se tornaron insoportables. Sentía que mis articulaciones estaban artríticas. No podía dormir a la noche y estaba inmóvil durante el día. La fatiga era extrema. Cuando finalmente me bajó la fiebre, los problemas respiratorios se volvieron peores y respirar resultaba doloroso. En un momento, tuve 24 horas de tregua. Pero luego los síntomas volvieron para vengarse. Agregué náuseas extremas al paquete. Mantenerme hidratada se convirtió en un desafío y mi objetivo principal”.
Burns finalmente superó la enfermedad. Pero el impacto que le dejó la llevó a emitir la advertencia acerca de los riesgos de no tomar las medidas de aislamiento social en serio. “Nunca había sentido nada parecido, y tuve lo que podría considerarse un caso ‘leve’”, dijo la periodista para fundamentar su argumento.
Burns indicó que su pedido enfrenta dos desafíos distintos: los jóvenes adultos estuvieron entre los últimos en comenzar a acatar las medidas de aislamiento social dictadas en Estados Unidos. Y no pocos gobernadores han comenzado a relajar sus restricciones pese a que en el país -el más afectado por la pandemia con casi 785.000 casos y más de 42.000 muertes- no hay certezas de que el pico haya quedado atrás.
“Muchos de nosotros tenemos una mentalidad que es un poco a prueba de balas. Por eso nos tiramos en paracaídas, realizamos caminatas peligrosas y comemos comida callejera de procedencia sospechosa. Pero esto no es una aventura”, expresó.
E indicó que, en lo que respecta a los jóvenes en particular, el peligro por la COVID-19 es real. Proveyó cifras para ilustrarlo: en el epicentro de la pandemia global -la ciudad de Nueva York- los individuos de entre 18 y 44 representan el 38 por ciento de los casos, de acuerdo con estadísticas del departamento de Salud. Y según un estudio del Centro de Control de Enfermedades (CDC, por su acrónimo en inglés) el 24,7 por ciento de las hospitalizaciones a nivel nacional correspondía a personas de entre 18 y 49 años.
“Tengo menos de 30 años. No tengo enfermedades preexistentes. Fui una de las afortunadas. Y fue lo más enferma que he estado en mi vida. Fue una disrupción para mi trabajo, el de mi esposo, y aterrorizó a mi familia, que vive del otro lado del país. Todavía estoy recuperando las fuerzas y acostumbrándome a la nueva normalidad. Soy solo un ejemplo, pero si mi generación no tiene cuidado, podríamos hacer que la pandemia sea peor para todos, nosotros incluidos”, concluye.
Burns no se encuentra sola en su pedido. Distintos jefes de Estado y representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se han expresado en la misma línea, aunque extendiendo el mensaje a los demás demográficos.
En su última Actualización de Estrategia, la agencia de la ONU dijo que el mundo se encuentra en una “coyuntura crucial” en la pandemia y que “la velocidad, la escala y la ecuanimidad deben ser nuestros principios rectores” a la hora de decidir qué medidas son necesarias.
La actualización de la OMS indica que cualquier medida de este tipo debe tomarse gradualmente, con tiempo para evaluar su impacto antes de que se tomen nuevas medidas. De esta manera, una política incorrecta sería aquella que imponga un levantamiento gradual de la cuarentena y, 10 días después, ordene una nueva etapa de permisos adicionales. España, Italia y Alemania son algunos de los países más afectados que han flexibilizado algunas de sus restricciones para permitir que ciertas industrias vuelvan al trabajo.
Precisamente la jefa de Estado de este último país, Angela Merkel, quien ha sido elogiada por el abordaje de su Gobierno contra el virus y su claridad a la hora de fundamentar la necesidad de aplicar distintas medidas, se mostró “muy preocupada” ante la posibilidad de que los alemanes se relajen sobre las restricciones adoptadas.
Durante una discusión a distancia con dirigentes del partido conservador CDU, Merkel pidió especialmente que se ponga fin a las “orgías de discusiones” sobre un posible desconfinamiento total, declararon a la AFP varios participantes de esa reunión.
Asimismo, en conferencia de prensa, exhortó a los alemanes a mantener la disciplina en la lucha contra la COVID-19, que está lejos de ganarse. “Estamos al principio de la pandemia y todavía lejos de que lo peor haya pasado (…) sería lamentable una recaída”. Es creciente el coro de voces que apela a la cautela en esta etapa de la pandemia. Y Burns enfatiza que los jóvenes jugarán un rol crucial en ella.
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