Destaca enfermera rarámuri por brindar atención en hospital Covid

Elvira Luna Cubesari, enfermera de origen ralámuli (rarámuri), relató su experiencia como coordinadora del programa de Atención Médica Intercultural y traductora, en el Hospital Central Universitario en la capital del estado, durante el programa Chihuahua Adelante, conducido por el gobernador Javier Corral Jurado.

En el marco de la pandemia de COVID-19 comentó que parte de su labor es explicar de qué se trata este padecimiento y lo riesgoso que puede resultar no atenderse oportunamente, entre pacientes de pueblos originarios.

Compartió que gracias a ciertas oportunidades y factores que se mezclaron pudo estudiar Enfermería General en la ciudad de Chihuahua, pero en mucho se debió a la motivación de una maestra ya fallecida, de nombre Martha Céspedes.

Dijo que trabaja en el Hospital Central desde hace 12 años, pero como enfermera 4 años y medio.

“Realmente una como persona ralámuli (rarámuri) no sabe lo que quiere estudiar porque no tiene conocimiento de que después de primaria hay una secundaria, y una preparatoria, o que después de la secundaria y la preparatoria tampoco sabes que hay un después”, comentó.

Fue la vocación de hacer algo por la salud de su comunidad, Batopilas, que se interesó por la Enfermería y la Medicina.

“Llegué a la ciudad e hice el examen en Medicina, pero no pasé por falta de conocimientos, ya que pues allá nada más aprendemos a hablar en ralámuli”, platicó.

Describió que su labor no nada más es ser enfermera, sino que acompaña el ingreso de pacientes ralámuli para investigar en dónde se va hospedar, con qué documentos cuenta, cómo dejó la comunidad, cómo fue su traslado al Hospital.

En caso de ser ingresado para hospitalización, también apoya como traductora para preguntar qué ocurrió, de dónde viene, cómo se siente en ese lugar, cómo ha sido tratado, qué necesidades tiene, si sabe o tiene conocimiento de la enfermedad de COVID-19, y posteriormente les pregunta quién viajó con ella o él.

Si el paciente está bien y ya dentro del Hospital, la prioridad es buscar a familiares y acompañantes que aguardan en el exterior de las instalaciones, con el objetivo de saber en dónde se van a quedar, con quién llegaron, si conocen la ciudad, y si tienen familias en la ciudad.

Desde ese punto, Elvira se encarga de revisar la documentación, al mismo tiempo que les platica sobre cómo es el manejo de un hospital, y en caso de ser necesario se canalizan a algún albergue que administra la Comisión Estatal para los Pueblos Indígenas.

“Luego recabar toda la documentación vemos que hay algunos que no traen ni credencial de elector, es más ni siquiera están registrados, así que hay que ver la manera de que también ellos cumplan con los requisitos que tiene el hospital. De alguna manera orientarlos y enseñarlos a que aquí la cultura es así, y así se maneja”, explicó.

En caso de ser necesario llevan a las personas ralámuli al Registro Civil para inscribir a quien está enferma y ya de paso a su familiar, pero en caso de no tener uno tienen la opción de presentar una CURP, o son apoyadas para obtener una identificación temporal para que una vez que hayan egresado realicen el trámite.

“Me toca esa parte de ser traductora oficial cuando se les explica el procedimiento clínico, y decirles ‘te van a hacer esto, te van a operar, ¿estás de acuerdo no estás de acuerdo? Eso es lo que hago yo aquí ahorita”, describió.

Con relación a pacientes de COVID-19, señaló que es un poco más complicado porque las personas de pueblos originarios que nunca habían dejado la Sierra Tarahumara, se asustan porque no están acostumbradas a ver esos escenarios donde todo el personal está cubierto, las áreas están selladas y se portan cubrebocas.

“Al momento de valorar a los pacientes, en mi caso, estando dentro del área COVID no te reconocen para empezar, así que lo que uno tiene que hacer como enfermera, y no nada más hacia los pacientes ralámuli sino en general, es brindar esa confianza, esa seguridad y esa humanidad necesaria: decir, soy Elvira Luna, voy a estar en mi turno contigo, cualquier cosa que se te ofrezca aquí vamos a estar”, expresó.

Añadió que la visión de la enfermedad COVID-19 entre la población originaria es que no saben de su existencia, ni comprenden bien el riesgo que implica, debido a que en las comunidades más apartadas no hay medios que transmitan la mayoría de la información oficial.

“Yo soy de una comunidad donde está el 95% de la marginación de la cultura de acá, entonces ese tipo de información no llega. Si viven en la zona urbana, pues tienen televisión, teléfonos, radio, o si trabajan en la pizca de la manzana ya los patrones les empiezan a hablar del virus, pero no en sí de los síntomas o cuándo tienen que ir por atención”, alertó.

Ante ello recomendó que el material visual distribuido en las clínicas rurales, no es suficiente, pues muchas y muchos ralámuli ni siquiera saben leer: “la única forma de hacer llegar este tipo de información es con pláticas y ejemplos más simples, y con personal de salud que pueda comunicarse en su idioma”.

“Ellos no tienen ese conocimiento de la enfermedad COVID, saben que existe, pero no muestran ese miedo como la gente de la ciudad que ven las muertes y eso”, mencionó.

Relató que recientemente una mujer de una comunidad alejada le llamó para información pues tenía sintomatología relacionada, pero cuando le dijo que fuera por atención médica, se negó porque prefirió primero buscar la medicina tradicional.

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