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Aprobación exprés de la Reforma Judicial: El PAN en Chihuahua en contra

El pasado 12 de septiembre, la reforma constitucional al Poder Judicial fue aprobada por la mayoría de los congresos estatales en tiempo récord. En menos de un día, esta transformación histórica del sistema judicial pasó a manos del Presidente de la República para su promulgación. Esta reforma, que introduce cambios profundos como la elección popular de jueces y magistrados, la reducción de los ministros de la Suprema Corte y la creación de nuevos órganos de supervisión y administración judicial, representa un avance significativo hacia la democratización y transparencia del Poder Judicial.

Sin embargo, en estados como Chihuahua, la oposición liderada por el PAN se apresura a rechazar estos cambios. Pero, ¿qué temen realmente? A lo largo de los años, el PAN ha demostrado su aversión a las reformas que proponen devolver el poder al pueblo, temiendo perder el control de un sistema judicial que ha servido para proteger sus intereses y perpetuar su influencia.

Los puntos principales de la reforma judicial no dejan lugar a dudas sobre sus beneficios para la sociedad. La elección popular de jueces y magistrados es un paso fundamental para garantizar la independencia judicial y la rendición de cuentas. Ya no más designaciones a puertas cerradas que responden a intereses políticos. Con esta reforma, más de 1,600 cargos judiciales serán decididos por los ciudadanos, un avance que fortalecerá la participación democrática en México.

Otro aspecto clave es la reducción de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pasando de 11 a 9, con periodos escalonados de entre ocho y 14 años, lo que permitirá una mayor rotación y evitará la concentración del poder. Además, la creación de un Tribunal de Disciplina Judicial asegura que jueces y magistrados que no cumplan con sus responsabilidades sean sancionados de manera efectiva, poniendo fin a la impunidad dentro del sistema judicial.

La eliminación de la pensión vitalicia para los ministros que no resulten electos en las próximas elecciones de 2025 es otro golpe certero a los privilegios que durante años han protegido a una élite judicial. Ya no más retiros dorados pagados con el dinero de los contribuyentes.

Entonces, ¿por qué el PAN se opone ferozmente a estos cambios? La respuesta es simple: perderán el control sobre un poder judicial que han utilizado para su beneficio. Mientras en estados como Oaxaca, Veracruz, Baja California, Nayarit y otros, la reforma ya ha sido aprobada, en Chihuahua el PAN y sus aliados del PRI y MC buscan mantener un sistema que les sigue favoreciendo.

El pueblo de Chihuahua debe cuestionar el verdadero motivo detrás del rechazo del PAN. No es la defensa de la justicia lo que motiva su oposición, sino el miedo a un sistema que, por primera vez en décadas, podría ser verdaderamente independiente. Una reforma que beneficia al pueblo no puede ser detenida por quienes temen perder sus privilegios.

La 4T ha demostrado que está comprometida con un cambio real y profundo, y aunque la oposición local intente frenar estos avances, la reforma judicial ya es una realidad que será promulgada por el Presidente. Es momento de que Chihuahua no se quede atrás en la construcción de un sistema judicial más justo y equitativo para todos.


Maru Campos comienza a conocer Chihuahua

Después de casi tres años en el poder, Maru Campos finalmente se ha dignado a visitar algunos de los municipios del estado. En lo que va de septiembre, ha hecho presencia en lugares como Janos, Ascensión, Delicias, Cuauhtémoc, Parral y Ojinaga, donde atendió la mesa de seguridad tras el terror desatado el pasado domingo. Pero, ¿por qué estas visitas son noticia? Porque hasta ahora, la mandataria había hecho de Ciudad Juárez su única escala significativa dentro del estado. El resto de los municipios de Chihuahua, aquellos donde miles de ciudadanos han sido ignorados, habían permanecido fuera de su radar.

A lo largo de su administración, Campos ha preferido la comodidad de los viajes al extranjero, gastando millones de pesos en viáticos, hoteles de lujo y boletos de avión, mientras los problemas reales de Chihuahua quedaban relegados. Mientras los ciudadanos enfrentan inseguridad, falta de servicios básicos y un deterioro en la calidad de vida, la gobernadora ha estado recorriendo el mundo en lugar de recorrer el estado que juró gobernar.

La reciente actividad en los municipios, aunque bienvenida, llega tarde y deja mucho que desear. ¿Qué hay de las otras localidades que aún no han sido honradas con su presencia? Pareciera que solo una emergencia de seguridad, como la de Ojinaga, es capaz de atraer la atención de una gobernadora que, hasta ahora, ha demostrado poco interés en conocer las necesidades de los chihuahuenses.

Además, este repentino “interés” en los municipios parece más una estrategia para limpiar su imagen ante el creciente malestar social que un verdadero compromiso con el estado. ¿Acaso está preparando el terreno para sus próximas aspiraciones políticas? Porque la realidad es que, en estos tres años, Chihuahua ha quedado en el olvido mientras su gobernadora se paseaba por el extranjero, haciendo gala de un estilo de vida que dista mucho del de los ciudadanos que gobierna.

Es innegable que gobernar un estado tan complejo como Chihuahua requiere trabajo arduo y compromiso real. Sin embargo, la actitud de Maru Campos demuestra que su prioridad no ha sido la gente, sino sus intereses personales. Si de verdad le interesara el bienestar de Chihuahua, no habrían tenido que pasar tres años para que empezara a conocer el estado que la eligió.

Los chihuahuenses merecen un liderazgo presente, comprometido y enfocado en resolver los problemas locales, no una mandataria que utiliza los recursos públicos para financiar sus viajes mientras los municipios siguen sumidos en el abandono.


Julio Salas y la deuda pendiente con la seguridad pública

La reciente reelección de Julio Salas como titular de la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM) de Chihuahua ha dejado un sabor amargo. Aunque las encuestas pagadas por el alcalde Marco Bonilla pintan un panorama de seguridad que raya en lo idílico, la realidad es muy distinta para quienes viven día a día la inseguridad en las calles de la ciudad.

Salas, un policía de carrera sin vínculos políticos visibles, llegó al cargo con la esperanza de sanear una corporación marcada por la corrupción y el abuso de poder. Sin embargo, su gestión ha estado lejos de cumplir esa promesa. Los casos de violaciones a los derechos humanos por parte de los elementos de la policía municipal han sido frecuentes, y, lo que es peor, parece que no se ha hecho lo suficiente para poner orden en las filas de la corporación.

Los meses de junio y julio fueron especialmente críticos. Mientras la ciudad se hundía en un aumento alarmante de homicidios dolosos, la percepción de seguridad entre los chihuahuenses seguía cayendo. Aunque es cierto que el crimen organizado escapa en gran medida de la jurisdicción municipal, eso no excusa la falta de control sobre los propios elementos de la DSPM, quienes en más de una ocasión han sido exhibidos extorsionando, violentando y despojando a los mismos ciudadanos que deberían proteger.

No se puede ignorar que la corrupción y la violencia dentro de la policía municipal son problemas graves que han socavado la confianza de la ciudadanía en sus autoridades locales. Si bien Salas ha señalado que habrá movimientos dentro de la corporación para mejorar la situación, ¿qué garantías hay de que estos cambios serán efectivos cuando su primer mandato estuvo plagado de irregularidades?

El reconocimiento que organismos como FICOSEC y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública han otorgado a Salas por la reducción de delitos del fuero común no es suficiente para maquillar la realidad. Los chihuahuenses saben que la percepción de seguridad no es solo cuestión de cifras, sino de la confianza que sienten en aquellos que deberían protegerlos, y esa confianza ha sido traicionada.

Julio Salas tiene otros tres años para enmendar el camino, pero su reelección no debe ser vista como un cheque en blanco. La ciudadanía espera resultados reales, no solo promesas y estadísticas. El reto es titánico, y mientras la seguridad de Chihuahua siga en juego, no hay espacio para la complacencia ni la autocomplacencia. Es hora de que Salas demuestre que está a la altura del cargo que le fue encomendado, y que esta vez, de verdad, pondrá en orden a la policía municipal.